miércoles, 19 de diciembre de 2012

Queridos reyes magos:

Puede que mucha gente por navidad pida, juguetes, dinero felicidad... yo me complico un poco más que eso... quiero otro abril. Sí, es raro y extraño. Quiero otro estúpido abril, para que los errores que cometí en este abril no se cometan nunca más. Para que todo lo que hice mal, ahora sea perfecto. Quiero volver a saber que cuando llego a casa tengo un sms y miles de privados tuyos en los cuales discutimos a ver cual de los dos nos quiere más. Aún sabiendo que siempre te ganaré. Que siempre gano. Aunque a pesar de que no salieran las cosas bien, no cambiaría ni un momento a su lado... Como suelen decir, dime de quien es tu sonrisa y te diré de quien son tus lagrimas, cierto, me saca más sonrisas que nadie pero siempre ha caído alguna lágrima por él y no pocas para que engañarnos, que me he caído cien mil veces por estar detrás suyo, pero luego llega, me dice una simple y jodida palabra y me deja con la sonrisa para todo el día. Lo mejor de este año? Aquél abril en el que empezó todo, cuando empezó a picarme y como no, no ha dejado de hacerlo en este tiempo. No sabré que siente realmente pero siempre seguiré queriéndole igual o más, que la palabra siempre suena grande y todo lo que queráis, pero yo lo di y no me arrepiento de ello, ni lo haré nunca. Es solo él, él y él y aunque sé que no está bien, es lo único que me importa. Lo único que me queda es acabar este año con una pequeña sonrisa por todo lo vivido y empezar el siguiente con una sonrisa enorme, y con unas fuerza que la sacaré de donde no las haya dispuesta a seguir adelante con una sonrisa, vamos con él como dueño de mi sonrisa. Y estoy dispuesta a pasar el año pisando fuerte y sin miedo, porque el miedo solo es una barrera. Y por mi ovarios, que no es ni será problema para seguir adelante, solo quedas tú.

Lo que no nos mata, nos hace más fuertes.

En el fondo, a todos nos gusta pensar que somos fuertes. Que vamos a poder con todo lo que venga, que pudimos con lo de ayer y también podremos con lo que venga mañana. Pero en el fondo, aunque nos duela reconocerlo, sabemos que eso no es verdad. Porque ser fuerte no consiste en ponerse una armadura de hierro o en esconderse detrás de un disfraz; ser fuerte consiste en asimilarlo. En asimilar el dolor y digerirlo, y eso no se consigue de un día para otro, se consigue con tiempo. Pero por naturaleza somos impacientes y no nos gusta esperar, escogemos el camino corto. Escogemos el camino de disfrazarnos de lo que no somos y disimular, disimular todas esas lágrimas que nos desgarran por dentro. Sí, a todos nos gusta disimular los golpes, sonreír delante del espejo y salir a la calle pisando fuerte, para que nadie note la realidad, lo que nos pasa de verdad, es que estamos rotos por dentro. Tan rotos que ocupamos nuestro tiempo con cualquier estupidez con tal de no pensar en ello, porque el simple hecho de pensarlo hace que duela.
Pero a veces, tienes que darte un respiro a ti mismo para no ser tan fuerte, bajar la guardia y darte una tregua. Esta bien bajar la guardia de vez en cuando. No queremos hacerlo porque eso supone tener un día triste, uno de esos viernes que saben a domingo, un día de esos que duelen, recordar y Echar de menos, muchas veces, echar de menos cosas que nunca has tenido. Echar de menos a los que no están y a los que sí están, pero lejos. Sin embargo, hay momentos en los que es lo mejor que puedes hacer: darte una tregua. Poner tu lista de reproducción favorita, tumbarte en la cama, y si hace falta llorar, llorar todo lo que haga falta.
Eso no nos hace menos fuertes; eso es lo que nos hace humanos

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Eh tú, me haces feliz.


¿cuántas veces nos hemos sentido culpables por no dar ese paso? Por no ser capaces de decir: mira que te quiero, que me gustas, y que sin ti no quiero seguir. ¿cuántas? En mi caso, miles de millones de veces, y aquí estoy, a solo un paso de decir lo que siento arriesgando once años de amistad y una vida entera de felicidad. No sería fácil describir nuestra historia, es muy larga y compleja. Te conocí hace once años, un verano, y desde entonces, no paso un jodido verano sin volver a ver esa preciosa sonrisa. Siempre hemos sido inseparables y sinceramente muchas veces he confundido esa amistad hasta el punto de que ya no sé donde se quedaron los límites de la amistad. No te voy a engañar, se me ilumina la cara cada vez que miro el móvil y el primer Whats app que veo es el tuyo, me encanta que nuestras conversaciones nunca tengan un adiós, porque así no me tengo que preocupar porque quién dice un hola. Eres todo lo que quiero desde que era niña, eres todo lo que quiero de hoy en adelante.

Sueña.

Cerramos los ojos para soñar, y también para besar porque así podemos ver nuestros sentimientos con claridad así podemos estar seguro de que hay un mundo perfecto aunque sea dentro de nuestra mente solo con sus labios.