domingo, 26 de mayo de 2013

Mañana todo volverá a ser igual.

A veces, creemos que tenemos todo lo que podemos necesitar, que vamos alcanzando ese algo que nos mueve por dentro, que no tenemos miedo a nada, y que lo único que nos importa es vivir el día a día, sin pensar en que nos deparará el día siguiente, o sin tener que preocuparse por nada cuando te levantas por la mañana. Pero al igual que todo sube, baja. Llega ese momento en el que notas como todo baja de golpe, cuando te das cuenta de que el miedo vuelve a formar parte de tu vida, y finjes una sonrisa para aquellos que dependen de ella. Pero en el momento que notas que no hay nadie a tu alrededor, notas como tu cabeza se nubla y se centra en un solo pensamiento, cuando crees que todo lo que haces no tiene sentido, o cuando no sientes la necesidad de hacer nada en todo el día, solo pensar, y de ahí sacar soluciones para algo que no depende de nosotros mismos, pero aun así, nos empeñamos en seguir buscandolas, eso sí, con un resultado decepcionante. Suena estúpido, buscar soluciones para algo que sabemos que no podemos arreglar, no nosotros, buscarlas hasta el punto de llorar de rabia y pensar que si todo lo que hacemos desde que nos levantamos hasta que nos dormimos, sirve para algo. Pero al final, lo único bueno que sacamos de todo esto es el simple pensamiento que tenemos antes de dormir, esa frase que nos da la calma suficiente para continuar un día más, un simple 'ojalá mañana pueda reírme de todo esto, y vuelva a sonreír sin necesidad de cruzar la puerta y derrumbarme'.